Lleva décadas navegando en solitario hacia ninguna parte,suspendido en el vacío al lado de Sta. María del Mar. Se trata de una discreta maqueta de un barco solo visible para curiosos que alzan la vista sobre la finca del número 4 de la calle Sta. María. Fijado a la fachada por un eje de hierro,entre el balcón del primer piso y la entrada a un restaurante de tapas,quien lo descubre se pregunta qué hace allí,qué representa. Y aunque la imaginación nos puede llevar a gestas marítimas lejanas,la realidad es mucho más prosaica. Se trata del reclamo publicitario de una antigua y popular sastrería que se resiste a desaparecer.
La sastrería se llamaba precisamente El Barco y era un establecimiento muy conocido en Barcelona. Prueba de su gran actividad es que un anuncio que reclamaba trabajadores especializados en el ramo fue habitual durante años en la sección de demandas laborales de La Vanguardia.

Este establecimiento también solía anunciarse en otras publicaciones y con flyers que se repartían por los buzones. Constaba la imagen del barco y se hacía saber a los clientes potenciales que se confeccionaban trajes a medida en solo 6 horas y que la gran especialidad de la casa era la ropa de mecánico y de deporte.

Según fotografías y grabados antiguos,casi al lado de El Barco se encontraba otra sastrería popular,La Lluna,que se anunciaba con una caricatura del satélite en forma de disco suspendido en la fachada. Ambos negocios desaparecieron en el último tercio del siglo XX. Hoy,el local de La Lluna es una tienda de ropa que ha prescindido del reclamo. En cambio,el de El Barco ha sido conservado y restaurado por los actuales responsables del restaurante,de manera que el incansable navío blanco y verde sigue su travesía infinita escoltado por la catedral del mar.